Nerviosa.

Imaginé lo que sería de nosotros. 
Lo que sería una familia juntos. 

Un hijo. Uno de verdad. 
Un perro también cuenta, pero un hijo es un hijo, ya sabes. 
Tiene piel. Párpados. Manos sumamente diminutas.
Lloriqueos y todo lo demás. 

Imaginé por un momento tener un hijo ahora.
Me llené de nervios. De incertidumbre.

Luego nos recostamos en el césped y las cosas se tornaron cursis. 
Me llené de calma. Una extraña calma. 
El sol era perfecto. El lugar. La compañía. 
Imaginé una vida juntos, como para variar. 
Y la prueba... dió negativo.